12.30.2010

Sueños de Primavera

Minúscula tenía los pies fríos y un chocolate caliente en la mano izquierda.
Ella miraba la ventana mientras imaginaba que él le acariciaba el cabello.
Su madre siempre le había dicho “la primavera, la sangre altera”. Pero ella no tenía la sangre alterada, ella tenía el corazón. Por eso, nunca entendió a su mamá.
Dibujaba a Harry con el dedo índice en las constelaciones, mientras sonreía.
Recordó la fiesta de año nuevo del año pasado.
Se había puesto su mejor vestido; el de color crema y un lacito a la izquierda; para que todos los chicos de la fiesta se fijaran en ella (en realidad, sólo quería que se fijase su Harry).
Él llegó el último, y cuando llegó, todo el mundo le saludó con grandes apretones de mano y grandes abrazos fuertes.
Vestía pantalón pitillo blanco, camiseta negra y una chupa de cuero a lo más rock n’ roll.
Minúscula se volvió loca.
Empezó a morderse las uñas (manía que a Harry siempre le había hecho mucha gracia), escogió un mechón de pelo y empezó a alisárselo con rapidez.
Su hermano Leo corrió a abrazarle:
-¡Hola, desaparecido!
Harry, sonrió.
-¡Hola, huesudo! ¡Pero, mírate! Estás más delgado que cuando me marché.
-¡¿Qué dices?! Si yo estoy en mi línea.
Minúscula, sonrió. Leo era de esos chicos que siempre la hacían reír.
Leo susurró algo a su hermano señalando a la chica, ella se sonrojó.
-Hola, pequeña.
-Ho…hola…Harry.
A Harry le gustaba ver cómo Minúscula tartamudeaba al ponerse nerviosa.
Se sentó a su lado y la besó la frente, oliendo el perfume de su pelo y suspirando. La sonrió.
Comieron y rieron. Él fumó, ella tosió. Ella bebió, él la controló.
A Harry le gustó pillar a Minúscula mirándole de reojo, mientras ella disimulaba pidiéndole la sal. Su comida ya era incomestible.
A la pequeña sus zapatos de charol le hacían rozadura en los tobillos y, borracha, le pidió a Harry que la llevase a dormir.
No podía dormir, no allí con Harry sentado en su cama. Mirándola silenciosamente con esos ojos por los que Minúscula había sufrido soñándolos cada noche durante los tres meses que estuvo él de intercambio.
-¿Por qué no te duermes?
-¿Por qué no bailamos?
Harry la sonrió y le apartó un mechón de la cara.
-Estás en ropa interior, si alguien viniese, pensará que estaremos haciendo cosas de mayores.
A Harry le gustaba hablar como lo hacía ella.
-Ma da igual, solo quiero bailar contigo.
Se levantó y Harry acarició esas caderas que siempre quiso acariciar. Eran suaves como la piel de un bebé. Justo como él pensaba.
La música empezó a sonar en sus cabezas y a los chicos les empezaron a volar los pies y las frases bonitas como “me encanta que vuelvas a estar aquí” o “te he echado muchísimo de menos, pequeña” salían de sus bocas como si fueran secretos.
Minúscula cayó del sueño y Harry la acostó.
Era toda amor. Le encantaba.
La pequeña despertó de sus pensamientos y sonrió.
Ojalá estuviese allí, con ella.


¡Feliz año nuevo a todos/as! Espero (y Minúscula también) que el dosmilonce sea vuestro año favorito y que seáis muy, muy felices :)

(Minúscula me ha dicho que me hagáis preguntitas y que el año que viene dará más guerra (junto con mis otras cometas ))


¡Conseguí hacerla una foto!  http://www.flickr.com/photos/elsecretodelviento/

¡Os quiero!

12.24.2010

Comerme el Sol

Era joven. Tenía 17 años. Vestía falda rosa palo de vuelo y camiseta gris de manga corta.
Sonreía mientras su amor le acariciaba las mejillas, los labios, los ojos...
Era felíz. Estaba enamorada.
La gente la miraba con aire extraño, problablemente porque no había nadie a su lado y ella mantenía una conversación...
-¿Qué tal, mi amor? ¿Cómo te sientes?
Parecían contestarla, ella cambiaba de expresión:
-Me gusta lo grande que estás hoy, lo bonito y brillante que te muestras...
Llegó a casa.
-Hija, tenemos que ir de compras un momento, se nos ha acabado la leche.
-Claro mamá.
Salieron a la calle, y ella reía de algo que le decía su amor.
Salió corriendo hacia delante, saltando...
-Pero hija, ¿a dónde vas?
-¡Espera, ahora vuelvo! Voy a comerme el Sol.












¡Feliz Navidad a todos y todas! Que paséis una feliz Nochebuena y que os traiga muchas cosas Papá Noël :)

(y gracias a Ury, por dejarme hacer esa fotografía comiéndose el Sol )

12.22.2010

Pájaros de Hierro



-¿Nunca te has fijado en ese cielo azul (en algunos atardeceres casi violeta) que dibuja algodones de azúcar blancos, muy blancos (y si está enfadado, los dibuja grises)?
Pues allí arriba viven millones de duendes, ninfas y pájaros de hierro
-¿ Pájaros de hierro?
-Sí. Mi papá me habló mucho de ellos. Decía que no hacen pío-pío pero que, en cambio, llevan a muchísimas personas a distintos lugares del mundo.
A él le gustaba llamarla Minúscula. Tenía dos años menos que él y era muy bajita, y le encantaba escuchar su forma de ver el mundo a través de sus ojos inocentes.
Minúscula, sonrió. Harry le apartó la mirada y miró hacia El Pájaro de Hierro. Arrugó la nariz.
-¿Y cómo las lleva?
-¡Ay, qué tonto! Pues las lleva en su lomo, ¿dónde si no?
Harry se sonrió para sí. Minúscula era increíble.
Miró su vestido: era su favorito. El blanco con un estampado de elefantes tocando la trompeta; Minúscula lo miró y le volvió a sonreír:
-¿Te gusta, Harry?
-Claro, pequeña. Es mi favorito, ya lo sabes.
Harry se inclinó hacia ella, como ya había hecho tantas veces. Acercó sus labios a su mejilla y la besó con ternura, respirando el aroma de su pequeña, dulce y travieso.
-¿Sabes, Harry? Yo un día quiero subir a un Pájaro de Hierro…Contigo.
A Harry se le aceleró el corazón. Había montado en avión millones de veces. Su padre era un gran viajero y siempre que podía, arrastraba al joven a otra ciudad, arrancándole de su pequeña y sus mofletes colorados.
-No sé si vamos a poder…
-¡Volaremos hasta Alaska, jugaremos con los Huskys y les enseñaremos a bailar!
Minúscula se levantó y agarró a Harry por las manos. Harry se levantó, pues Minúscula no podía con él.
La pequeña, empezó a bailar a su al rededor y Harry le agarró por la cintura, frenándola.
Un Pájaro de Hierro sobrevoló el campo de trigo y Harry se acordó de una cosa.
Atrajo a Minúscula hacia sí y la susurró al oído:
-Antes de subir allá arriba, quiero hacer una cosa aquí abajo…
Minúscula notó cómo su corazón empezaba a latir más y más deprisa. Siempre le había gustado Harry y ésta vez, pensó que pasaría.
Y no se equivocaba.
Harry acercó esos labios que hacían que las mejillas de Minúscula se pusieran coloradas, de amor, de vergüenza, a esos labios que Harry había deseado siempre, con los que había soñado todas las noches que besaba…
Y ahora ese sueño se hizo realidad.




¡Todo aprobado! De verdad, mil perdones a esa gente que se mete en el Blog y ve que no avanza.
¡Pero ya estoy aquí! Y os regalaré muchas cometas, fotos con magia y sonrisas de bebé (:
Otra vez os agradezco que me leáis y que me apoyéis, ¡gracias!

FELIZ NAVIDAD :)


(y déjame tu parpadeo(L))

12.11.2010

Días de Verano

Me encantaba pasear de su mano por las orillas de aquel mar, mientras me cantaba una canción de amor que me había compuesto en inglés.
Por esas tres horas comiéndonos a besos, matándonos a cosquillas y jugando a acariciarnos, yo mataba.
Quizás algún día vuelvan esos días de manga corta, Vespas, gafas de sol y helados de MENTA y FRESA
Recuerdo cuando me invitaba a cenar a aquel restaurante tan caro, con vistas al mar después de habernos recorrido toda la ciudad con los ojos cerrados, ciegos de amor.
También recuerdo cuando yo le insistía que me columpiara en cada parque que aparecía a nuestro paso.
Parece que fue ayer cuando le dejé hacerme mujer; cuando me desnudó en aquella habitación a oscuras y me susurró al oído: "no temas, pequeña".
No se si él lo recordará con tanto cariño como yo.
Moría cada mañana al despertar al mirar a mi izquierda, pues no lo encontraba. Ni debajo de las sábanas.
Me levantaba corriendo con una pequeña esperanza de encontrarle haciéndose un zumo de naranja, de esos que le volvían loco.
Recuerdo que nunca estaba en la cocina, pero el olor de su colonia de nombre extraño siempre permanecía en mi apartamento, hasta que abría las ventanas para saludar al Sol con una sonrisa y un guiño con el ojo derecho.
Siempre se olvidaba su camisa azul de cuadros, que olía a mar y a mi me hacía enamorarme cada segundo que la respiraba, más.
Recuerdo cuando le llamaba desesperada por la mañana, regañándole por no haberme dado mi beso de "buenos días princesa", y él reía divertido contándome que lo había hecho mientras yo hablaba en sueños.
Lo adoraba, ¡¿pero qué digo?! Lo ADORO.
Y todavía no puedo creer que esos días de Verano ocurriesen de verdad.








(Y a ti sí que te amo con locura. 110710)






Odio no encontrar la inspiración en días de estudio. Éste fin de semana no tengo tiempo ni para respirar, pero mi Blog estaba muy (pero que muy) soso, y ésta actualización viene que ni pintada.
Sed felices, enamoraos todos los días (como yo) y muchas, muchísimas gracias por vuestro apoyo en ésto. ¡GRACIAS! 




Alguna preguntita, curiosidad, petición o crítica en mi Formspring.



12.01.2010

Desde la Antártida, con amor.

(Para quien se haya perdido, aquí está el texto anterior :))


Querido Julio:
Te echo de menos. Tengo la piel helada y los labios morados y me los muerdo y me hago sangre. 
Mi cuerpo necesita tu calor y tus besos, tan cálidos como el Sol del Caribe.
Me fui sin decirte nada, lo sé. Mi madre me sacó de la cama mientras yo soñaba con tu cabello castaño, con ese olor a vainilla que tanto adoro, y me obligó a lavarme la cara con amargura para olvidar mi sueño y a ti.
Lo que ella no sabe es que te sigo amando en mi interior, ¡es un secreto! No se lo digas a mamá.
Perdóname, te lo suplico. No sabes cuanto añoro esos Nesquiks calentitos con leche entera (la que tenía una vaca pastando en el brick) y tus besos de buenos días, cuando me acariciabas la piel con la yema de los dedos como si quemara o estuviese muy fría.
¿Sabes qué? Nunca pensé que la Antártida era tan helada y tan vacía de amor.
Cuando estábamos en nuestra habitación de París, tú me llenabas el corazón de susurros y cosquillas.
¡Oye! ¿Por qué no vienes? ¡Sería genial! Adornaríamos el árbol de Navidad con nieve de verdad, ¡y celebraríamos la Nochebuena con los pingüinos! Me hice amiga de dos, se llaman Patt y Elsa y son muy simpáticos. 
Echo mucho de menos las plantas, su color verde y su aroma (sobre todo el de la menta).
Quiero que recibas ésta carta, con una sonrisa en la cara, ¡que no me he olvidado de ti!
No te libras de tu Julia, ¡ni lo pienses!
Te adoro, y te echo de menos.




Att;
Tu Julia (con los pies muy, muy fríos)
Desde la Antártida, con amor.