8.19.2011

Quizá por eso, yo te esperé.

Era 14 de Noviembre y en la avenida la gente paseaba tranquilamente. Como siempre, empecé a observarlos imaginando sus pensamientos, y busqué a dos personas.
Una mujer con falda larga y abrigo de plumas tenía el rimel corrido y la nariz más roja de lo normal en las mañanas de aquel mes. Otra chica, paseaba al perro mirando el reloj y nerviosa la avenida, como si estuviese esperando algo.
Las demás personas no me importaban demasiado. Ya sabes, señoras que van a la compra, hombres que van a comprar revistas eróticas y el periódico para disimular, y adolescentes que van a la plaza para pedirle a los mayores que les compren el tabaco en el estanco. Monotonía.
La mujer había sido despedida esa misma mañana en los almacenes Jones, y la chica...bueno, supongo que estaría paseando al perro para encontrarse "inesperadamente" con el chico que le gusta.
¿Sabes? Me gusta ésta vida de sueños. Me gusta intentar adivinar lo que la gente piensa, o incluso, los animales...
Una vez te vi a ti. Sentado en las escaleras del instituto, ensimismado en tu libro de Física y Química, rompiéndote la cabeza para poder memorizar esas fórmulas. 
Pensé que estabas buscando algo, algo o alguien. Simplemente para evadirte de eso. De los libros, de los problemas. Dejar las fórmulas a un lado y concentrarte en algo verdaderamente importante.
Me miraste, y sentí que yo era ese 'alguien'.  Y quizá por eso, te esperé. Y creo que hice bien.

8.16.2011

"Te vi tan frágil y tan bonita que no pude resistirme a tus piernas perfectas y tus curvas de infarto. Te diste la vuelta, haciéndote la interesante, pero tu espalda me decía en susurros: 'ven'. La hice caso y me acerqué a ti, y posé mis manos en tus costillas. Al principio, temía romperte, como si de cristal se tratase, pero luego hundí mis dedos entre tus huesos y te sentí estremecer. Me provocaste de tal manera que mi entrepierna se abultó un poco más. Te notaba tan mía como siempre había querido, y esa tarde, en aquella cama, te llevaría al cielo de cualquier manera. La que tú eligieses. Te di la vuelta y me miraste con esos ojos enormes que me hacen sonreír, dijiste 'ups' mientras se te "caían" las braguitas al suelo. Te desabroché el sujetador mientras olía tu precioso cuello de cisne perfumado, y lo besé unas cuatro veces. Te vi desnuda por primera vez. Me sonreíste. Me abrazaste y me dijiste 'hazme tuya' mientras me quitabas el cinturón. Tenía tanta hambre de ti... Me quité la ropa rápidamente, yo no soy tan sexy como tú ni de lejos, pequeña. Al tumbarme encima de ti te noté algo nerviosa, así que te abracé y te susurré que te quería como nadie, que lo haría tan despacio como tú quisieras y que si te hacía el más mínimo daño, me lo hicieras saber rápidamente. Suspiraste y me dijiste: 'yo te quiero el diámetro de la Luna'. Sonreí e intenté adentrarme en tu precioso cuerpo. Sentí cómo cada milímetro de mi piel cambiaba, y me gustaba. Noté esa misma sensación en ti, cuando me besaste de esa manera. Me encantó acariciar tu cuerpo mientras estaba dentro de ti. Y así estuvimos horas, haciendo el amor. Tú y yo. Nadie más. Justo como queríamos.
Volveré muy pronto, princesa. Mientras tanto, quería recordarte lo especial que eres para mi y lo especial que fue ese momento contigo. Eres increíble. Te adoro.

Harry"

8.09.2011

Para Minúscula:

"Hola pequeña. Sé que no he vuelto. Sé que no estoy allí para abrazarte y recordarte lo que te adoro. Lo sé. Tengo que pedirte perdón por...por un montón de besos que no te he podido dar. 
Siento decirte que no apareceré por allí hasta dentro de unos meses, quizá dos, quizá tres. Puedes esperarme, puedes enfadarte conmigo, romper esta carta, echarla al fuego y desearme un dolor de tripa como haces siempre que rompo un juramento. Lo entenderé perfectamente. Es más, estoy muy enfadado conmigo. Sé que debería estar a tu lado ahora que Dakota está enferma. No la des mucho pienso, puede que haya sido un empacho. No te sorprendas, estoy pendiente de ti en todo momento. Como no tienes teléfono, sólo puedo localizar a mi padre, al que hago que te visite cada Domingo en la tarde. Te pediré perdón por esto mil veces. Si quieres, durante toda mi vida. Pero no dejes de quererme. Te necesito mucho. Aquí las sábanas no huelen a tu pelo perfumado ni a tu colonia fresquita. Las almohadas están duras y la gente habla un poco rápido para mi gusto, como cuando tú tienes hipo y hablas precipitadamente para no cortar en dos las palabras, porque te da mucha rabia...Ay, pequeña, no sabes cuántas ganas tengo de verte. Pero te juro que en cuanto pueda, estaré allí. Te adoro.


P.D: ¡Ah! Y no te cambies de pijama, como le dijiste a mi padre, ese me encanta.
Como tú."

Harry